Mensaje de él: "Voy a hacer algo que hace mucho tiempo no hago, si me lo permites, pensando en ti".
Ella responde: "¿Qué cosa?"
Él dice: "Ni te lo imaginas".
A dos cuadras de la casa suena el celular, ella ve el nombre en la pantalla y contesta con la coquetería habitual. Del otro lado él suspira, recuerda su boca, el olor dulce del perfuma que usa, el color chocolate de su piel, el par de pechos asomando su curva en el escote de la playera.
Pregunta apenas cómo está, ella intuye algo, pero finge, habla del sol, la comida, del perro ladrando.
Él suspira. Hace tiempo dejó el hábito adolescente, pero hoy siente la necesidad de ella y ella no está, sólo su recuerdo, la imagen de su cadera contoneándose frente a él.
Traga saliva. Nunca se creyó capaz de hacer lo que hace, pero el deseo y la frustración de no poseerla lo tienen enloquecido. Escucha su voz del otro lado, recuerda su desnudez en el sueño que tuvo y debe bajar el cierre ante la erección inminente.
- Hace tanto tiempo...y voy a hacerlo ahora pensando en ti.
Y es cierto, Invoca sus besos, la lengua recorriendo su oreja, los dientes que se le clavan juguetones en los hombros, sus pechos que jamás logran esconderse bajo ninguna blusa.
Casi la huele. SU mano baja a al entrepierna mientras la oye en el teléfono. No, no está enojada, parece confusa y nerviosa, indecisa entre colgar o escuchar sus jadeos, oírlo decir que sólo la quiere a ella, sólo ella lo saca de sus casillas, que eso es lo más cerca que estará de ella.
El calor sube de su abdomen al pecho, siente frío en las sienes y el deseo más desesperante se le atora en la garganta. Si tan sólo estuviera ahí...la sentaría sobre él para besarle los pezones, tomaría sus nalgas para hacerla subir y bajar...pero es su mano la que sube y baja, la que le recuerda su ausencia. Y la rabia mezclada en el placer lo derrite, lo consume, le llena el alma de una angustia hasta entonces desconocida.
Ella tartamudea cuando pide que le ayude.
- ¿Que te ayude a qué?
Tanto tiempo, hace tan poco que la vio y apenas si pudo tocarle un pecho. Tonta. ¿No lo entiende? El alma se le ha ido tras ella, no miente, ojalá mintiera, de verdad la quiere y por eso está vuelto un adolescente calenturiento en la sala de su casa.
El calor sube, casi ni la escucha imaginando que está debajo de él.
- Dame de tus pechos.- suplica dolorosamente- Dame de tus pechos.- vuelve a gemir antes de que el orgasmo lo invada y se difumine en un grito ahogado suspendido en el celular.
Se deja caer hacia atrás en el sillón. Ella sigue en la línea y es algo increíble. Cualquier otra habría colgado. Él tampoco comprende lo que ha hecho. Mientras se seca el sudor vuelve a decirle que la quiere.
- Soy yo la que no sabe qué decir.- Y su voz tiembla como un niño asustado del trueno desconocido.
Él respira con el corazón martilléandole el pecho, recordándole que miente, que ya no siente nada.