Ni Dios compra esos milagros

No cabe duda de que cuando un autor tiene un éxito en cuanto a record de ventas, sus editores le dan un valor más allá del que realmente merece a una obra que en realidad taparía un retrete. Es el caso de "Ángeles y demonios", novela escrita por Dan Brown, en la que se nos narran las aventuras del profesor Robert Langdon, un experto en símbolos antiguos. En un laboratorio de la organización CERN, una gotita de antimateria ha sido robada su inventor ha sido asesinado y marcado en el pecho con una antigua marca de una organización llamada: "Los illuminati", la antimateria está dentro de un contenedor con una gotita que al entrar en contacto con el aire provoca una explosión capaz de borrar una ciudad entera en un radio de cinco kilómetros. Dice algo así la contraportada del libro: "Acompañado de una joven científica y un audaz capitan de la guardia suiza (aja, tan audaz, que muere asesinado de un buen giro de cuello por el malo de la película), Langdon empieza una carrera contra reloj." Si la pila del contenedor se agota, se acabó el Vaticano. Y algunos me preguntarán: "¿Cómo pudiste perder tu tiempo leyendo semejante pedazo de basura?" Y yo respondería: Fácil, para que no me ocurra lo que a varios cristianos gringos que suelen criticar "El Origen de las especies" de Charles Darwin sin haberlo leido (que conste que él jamas dijo que el hombre desciende del mono). En fin, éste parece ser un manual de cómo echar a perder un argumento sin morir en el intento para después poder venderlo como pan caliente engordador de bolsillos. Cinco milagros son demasiados para que le ocurran a una sola persona; primer milagro: sobrevivir a una cámara de documentos antiguos sin oxígeno. Segundo milagro: sobrevivir a un cautiverio de sarcófago igual, casi sin oxígeno. Tercer milagro: sobrevivir a un bucito en la fuente aprovechando una manguera de burbujitas sin que se truenen los pulmones ni pescar una pulmonía cuata de aquellas. Cuarto milagro: sobrevivir a una pelea contra el villano que es dos veces más grandote y fuerte que el profe y que tiene prisionera a la hija del científico. El quinto milagro: sobrevivir a una caida de tres mil quinientos metros de altura, usando una cubierta protectora de parabrisas de helicoptero como paracaídas (ya ni Mcgyver), y encima se le chamusca con la explosión pero el profe aguanta, controla la caída, va a dar al río Tiber, lo rescatan, lo llevan al hospital y a las pocas horas se levanta para regresar al Vaticano y revelar la verdad en pleno cónclave. Se me hace que en el Vaticano dijeron: "Dios hace milagros, no libretos de Hollywood", creo que por eso no dejaron rodar la adaptación del libro a película en plena Santa Sede. De antemano les garantizo que este rodaje será un bodrio, Hollywood vende películas, no hace milagros.