De malpensados e irreverentes...

Cuando en 1952, el escritor griego Nikos Kasantsakis publicó La última tentación de Cristo, la reacción de jerarcas tanto católicos como ortodoxos fue la de ofenderse a un grado tal que el Vaticano incluyó la novela en el Índex Librorum prohibitum (Índice de libros prohibidos por el Vaticano), en tanto, los ortodoxos lo excomulgaron aún cuando el autor aseguraba que escribirla sólo fue un acto de fé religiosa; tan no lo perdonaron que a su muerte en 1956 sólo se permitió que su cuerpo fuera enterrado a un lado de las murallas de su natal isla de Creta. En 1988 se estrenó la adaptación cinematográfica de Martin Scorsese: La última tentación de Cristo; el mundo cristiano en general volvió a sufrir un arrebato de cólera tal, que si bien, Scorsese no fue excomulgado, La Academia Hollywoodense le quedó a deber los Óscares; igual acto de miseria padeció Kasantsakis cuando no recibió el premio Nobel de literatura del '56. En 2007, Discovery Channel difundió un documental que una vez más sacudió los cimientos del cristianismo: La tumba perdida de Jesús (The lost Tomb of Jesus), el diario mexicano La Prensa, conocido por ser ultrareaccionario, publicó un titular del hecho así: ¡HEREJÍA! Dicho documental presentó pruebas de ADN donde se comprobó que Jesús no sólo tuvo a Magdalena como pareja, además tuvo descendencia. National Geographic fue más allá cuando presentó El Evangelio Prohibido de Judas. Tras la muerte de Vojtyla, seguida de fuertes escándalos de curas pederastas en varios países, la credibilidad del crisitanismo está a la baja. Me convenzo de que el cristianismo lleva el mismo destino que otras religiones previamente ejercidas en Egipto o Babilonia: cuando una verdad absoluta se vuelve obsoleta, pasa a ser pieza de museo. O como dijo el filósofo alemán Bertold Bretch acertadamente: "El cristianismo es una gran idea, es una lástima que jamás se haya llevado a cabo".