Ella se va a casar, pero a él no le importa. Sólo cuentan la curva desnuda de la espalda, la cadera prometedora bajo las sábanas blancas de El Impala.
Ante la mirada de su piel ya no se arrepiente de haber aceptado y mucho menos de haber mentido aquel viernes, de crear ilusiones donde sabía que no las cumpliría, allá la otra si se las creyó. El placer es inmenso, a pesar de que la joven presa se entregó sin disparar un tiro (y eso para su espíritu cazador debería suponer una ofensa), la sensación de triunfo lo embarga por completo.
Tuvo miedo, para qué negarlo, de no cumplir las expectativas de la joven gacela; los años han mermado la energía, pero la edad sabe sustituirla con malicia y paciencia. Ambos sonríen, sus dientes parejos reflejan alegría y satisfacción. Acaricia su mejilla con ternura no fingida (lo que le sorprende) y suspira.
No quiere pensar en la boda, no quiere pensar en su edad corriendo contra sus planes y deseos, no quiere pensar en otra cosa que ese cabello enredado sobre la almohada, en el olor de los cuerpos después del combate.
No importa la traición, ni las niñas despechadas que llenarán de insultos su perfil. Sólo la certeza de que volverá a hacerlo con ella, lo otro...lo otro sólo fue una ilusión.
3 comentarios:
Una imagen muy cinematográfica, algo así como una toma cenital sobre la cama de hotel de paso con la mujer y el hombre acostados. Y la introspección del tipo, interesante, aunque podrías profundizar un poco más en su psique y dialogo interno. Me gustó!
Bien, me gustó también aunque debo decir que la imagen así, aislada... deja con ganas de leer un poco mas.
Curioso,pareciera que la costumbre persiste: mientras la mujer que anda con muchos es tachada con todos los epítetos habidos y por haber; el hombre que ha tenido varias mujeres, si no es tratado como héroe, sí lo es como respetable villano.
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